Los patrones, la polarización política y el barro.


España es un país, no es el único, que siempre se ha caracterizado por tener la necesidad de establecer unos bandos, siempre ha habido que diferenciarse del otro, parece que no existe la posibilidad de no estar de acuerdo ni con unos ni con otros, es una guerra y hay que elegir bando.

Y como seres humanos que somos tenemos la costumbre de encuadrar a todas las personas que conocemos dentro de un marco ideológico, a veces en base a algo que hemos escuchado de esa persona y que se puede relacionar con una determinada corriente ideológica, también porque esa persona haya dicho públicamente que es simpatizante de una determinada ideología o muchas veces de manera más triste aún  y es porque tenemos que encuadrarlas sí o sí y da igual.

En cualquier caso no podemos estar sin etiquetar a una persona, pero ya no sólo en el ámbito político o ideológico, sino en cualquier aspecto, somos así y es difícil evitarlo.

Algo también muy típico de España es la ya exagerada polarización política de la sociedad, en términos generales, que parece que no ha aprendido nada de nuestra historia. Estamos siempre repitiendo lo mismo una y otra vez, parece el día de la marmota. Vemos cada día como los políticos alargan los problemas de la sociedad hasta convertirlos en algo sistémico con tal de desviar la atención de lo que a ellos no les interesa que se hable. Y con el ascenso del populismo, tanto de derechas como de izquierdas, se ve más todavía.

Es ya un tema muy manido y muy triste que no parece tener solución, tenemos bandos donde el núcleo duro de cada bando está habitado por lo más radical y populista que puede existir, y eso a su vez atrae a ciudadanos que compran todo el «argumentario» del partido político X,Y,Z sin pararse a pensar mucho tiempo, vayamos a que eso de dudar haga que se acaben replanteando sus ideas.

La suma de todas estas cosas acaba visibilizándose en el cenagal que vemos un día sí y otro también en el mundo político, y ya también en la propia sociedad. Creo que menos de lo que se nos hace ver a través de redes sociales(las cuales son muy poco representativas de la sociedad por como se desarrolla el mundo virtual), a través de las noticias, etc.

Si algún día queremos que se produzcan debates serios, estos deberán llegar a través del ciudadano, nunca del político porque precisamente de la crispación es de lo que se alimentan los políticos, a ningún político le interesa que todo esté calmado y sin ningún conflicto del que hablar o «poner remedio».

La ciudadanía es la que tiene que cambiar o transformar las cosas por su propia voluntad, no por la voluntad de los políticos.

 


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