Con cada nuevas elecciones se abre un nuevo abanico de posibilidades con las que podemos elegir a nuestros representantes políticos para los próximos 4 años, los hay de ideologías radicalmente distintas( en teoría) y los que comparten algunos postulados.
Cada ciudadano se enfrenta a la decisión de ¿a qué partido votar?, pero, y ¿si no queremos votar a ninguno?.
Está la opción del voto en blanco, respetable sin duda, pero también está la opción del abstencionismo, y esta última opción es a la que me acojo.
¿Por qué no voto?
- Principalmente porque no existe ningún partido que reúna los principios o puntos (ni en sus programas ni en sus ideologías) que creo que estén en línea con la idea de como sería para mí un mundo más libre.
- Votar al «menos malo» es una opción que, tras analizarla, tampoco me deja satisfecho, ya que ¿por qué me tengo que conformar con el menos malo?, de alguna forma con mi voto a ese partido estaría legitimando en última instancia cualquier acción que pudiera acometer durante su mandato.
- A pesar de lo que se suele decir sobre que «es una obligación moral» el hecho de votar, no lo es en absoluto. Primero porque no existen las obligaciones morales, cada persona tiene una concepción muy variada y muy sesgada de lo que para ella es «la moral», mientras que desde el punto de vista del derecho estamos hablando de una acción de derecho(votar) que no lleva aparejada una obligación, por lo que cada uno es libre de poder votar o no.
- «Si no votas no estás legitimado para quejarte u opinar», esta es otra falsedad muy extendida y muy poco analizada. No ejercer un derecho por disconformidad con el actual sistema no me deslegitima a poder quejarme u opinar sobre las actuaciones que tenga el vencedor. Primero porque yo cumplo con todas y cada una de las obligaciones que tiene un ciudadano y por tanto tendré el mismo derecho a opinar o quejarme si así lo creo. Es como si por ejemplo yo decido no jugar un partido de baloncesto con mis amigos y al no jugarlo me dicen que luego no podré opinar sobre como hayan jugado, por supuesto que podré opinar, otra cosa muy distinta es si a ellos les pueda parecer mejor o peor que yo opine, pero desde luego tendré el mismo derecho que cualquier otro ciudadano.
- «Nuestros antepasados han derramado sangre para que podamos votar». Esto tiene muchos componentes emocionales pero conforme lo vas analizando te vas dando cuenta de los errores que tiene. En primer lugar, que mis antepasados, mis abuelos o mis padres hayan llevado acabo una determinada o unas determinadas acciones no me hacen a mí responsable de nada, de esas acciones no deriva una obligación en mí ni moral ni legislativa, por tanto es radicalmente falso que yo tenga que responder mediante un voto sobre las actuaciones de ninguna persona o grupo de personas. De la misma manera que los alemanes de hoy en día no tienen responsabilidades ni deudas ningunas con aquellos alemanes que impulsaron el nazismo y que cometieron increíbles atrocidades, no las tienen. También nuestros antepasados han derramado muchísima sangre para hacer auténticas salvajadas y tampoco por ello tengo una deuda sobre nada.
En última instancia, el hecho de que no vote está vinculado con mis principios e ideas, a saber, las del «minarquismo» o liberalismo del estado limitado. Algo sobre lo que se podría debatir e indagar mucho pero este artículo no lo requiere.
Parece estúpido tener que decir que estoy absolutamente en contra de cualquier forma de gobierno totalitaria, véase comunismo, fascismo, oligarquía, socialismo, plutocracia, monarquía, republicanismo, etc.
Espero con este artículo aclarar alguna de las mentiras que se suelen asociar a la abstención y que no buscan otra cosa que manipular en su propio beneficio al abstencionista mediante un chantaje emocional que está completamente vacío.