Jean-Baptiste Say fue un economista francés del siglo XVIII y XIX que formuló la teoría de que para poder demandar un bien o servicio primero hemos tenido que previamente fabricar y haber vendido u ofertado otros productos, o comúnmente conocida como la «Ley de Say».
Esta teoría, desarrollada por el académico galo, ha sido no obstante mal interpretada con el paso de los años y en gran medida por la mala lectura que hizo Keynes de esta.
El economista británico realizó el siguiente análisis a partir de las palabras textuales de Say que luego comentaremos, esto fue lo que publicó Keynes en su libro «Teoría General del empleo, el interés y el dinero»
Desde los tiempos de Say y Ricardo los economistas clásicos han enseñado que la oferta crea su propia demanda —queriendo decir con esto de manera señalada, aunque no claramente definida, que el total de los costos de producción debe necesariamente gastarse por completo, directa o indirectamente, en comprar los productos.
Con esto Keynes está colocando en boca de Say algo que el economista francés no dijo, Say no argumentó que «cada oferta crea su propia demanda» ya que esto sería algo estúpido, pensemos por un momento.
Si decimos que una oferta de un bien o servicio automáticamente crea su propia demanda estamos diciendo que, por ejemplo, si una persona se pone a vender vídeos VHS la gente vendrá a comprarlos, esto parece absurdo.
Pues esto fue lo que Keynes entendió a partir del siguiente fragmento del libro de Say:
“El hombre que dedica su trabajo a crear objetos valiosos que proporcionen utilidad de algún tipo no puede esperar que ese valor sea apreciado y pagado por otras personas, a menos que esas otras personas cuenten con los medios para adquirirlos. Pero ¿en qué consisten estos medios?. En otros productos valiosos, como lo son los frutos de la industria, del capital y de la tierra. Lo que nos lleva a una conclusión que puede resultar paradójica: Es la producción la que posibilita la demanda de otros productos.”
Con esto Say está diciendo que una vez ya hemos producido un bien lo que queremos es intercambiar ese bien por otros bienes que nos interesan más, es decir, cuando una persona produce una determinada cantidad de producto lo que desea, en última instancia, con el excedente de producto es intercambiarlo por otros que le reporten mayor satisfacción. Por lo que para poder demandar unos bienes hemos de haber producido otros para poder ofertarlos.
Por ejemplo, un zapatero vende una cantidad X de zapatos y con el dinero que consigue lo que hace es comprar otros bienes o servicios que han producido otras personas. Tengamos en cuenta que en la época de Say aún no estaba establecido el dinero como medio de cambio, por lo que aún se recurría al intercambio de bienes o «trueque».
Si un panadero producía una gran cantidad de pan, con el pan que le sobraba lo intercambiaba con el frutero por aquella fruta sobrante, y así cada cual obtenía los productos que necesitaba.
Este error de Keynes está muy extendido entre la comunidad económica y son muchos los que caen en la trampa de creer que Say dijo que la oferta crea su propia demanda, es por esto que en lugar de dirigirnos a la interpretación que hizo Keynes debemos acudir a las palabras textuales del economista francés, ya que Keynes no citó textualmente en su libro las palabras de Say.
Por último, me gustaría recordar que esta teoría económica está bastante relacionada con las posturas de Adam Smith y con su «Mano invisible» que ya expliqué hace unos meses.
Una respuesta a “Economía en pequeñas dosis: ¿Qué es la «Ley de Say»?”
[…] Dicho de otra manera, los trabajadores producen bienes y servicios para obtener un beneficio (salario), y con ese beneficio esperan adquirir otros bienes y servicios producidos por otros trabajadores. Dado que es prácticamente imposible que una persona se especialice en todos los trabajos habidos y por haber, es necesario que haya una especialización en cada trabajo (división del trabajo). La “ley de Say” fue explicada aquí. […]
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