Discriminación positiva: Un ataque frontal contra la libertad.


Se conoce a la discriminación positiva como el conjunto de medidas que se dirigen a mejorar la situación de determinados colectivos que a lo largo de la historia hayan sufrido perjuicios.

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Esto en un principio podría sonarnos bien, mejorar la vida de personas es algo que es razonablemente bueno, pero el problema radica en la forma.

Cualquier tipo de discriminación, aunque sea positiva, supone un privilegio para aquellos grupos a los que se quiere mejorar la situación, no en un derecho. Una discriminación positiva para favorecer a un determinado colectivo se convierte automáticamente en una discriminación negativa para el resto de grupos.

Esta doctrina parte de una base errónea, y es en la forma en que se quiere restaurar el daño causado a aquellas personas que han sufrido ese daño. La forma correcta de reparar un atropello a las libertades de un grupo de personas es aplicando medidas que consigan de forma efectiva reparar el daño para esas personas, no para el resto. Por ejemplo, si una persona le causa un daño a una familia lo lógico es que se compense de alguna forma razonable a esa familia y no que se creen leyes que de forma arbitraria privilegien a esa familia (o grupos con características similares) y perjudiquen al resto.

Podemos encontrar varios ejemplos donde se cumple esta «discriminación positiva», uno de ellos es en las pruebas físicas de acceso a la Policía Nacional. De forma muy clara se establecen distintos parámetros para acceder a este cargo público tan importante, aquí van unos cuantos ejemplos de las diferencias para poder formar parte de este organismo.

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Como podemos ver las diferencias son significativas, lo que para un hombre sería conseguir 1 punto en este Circuito de Agilidad para una mujer serían 5 puntos, y conforme vamos escalando en la tabla vemos que las diferencias son iguales. Esto sería en cuanto a la primera prueba, pero es que para la segunda prueba la diferencia es más escandalosa.

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En este segundo ejercicio, ya de entrada, se establecen diferencias muy claras. Mientras que los hombres tienen que hacer una serie de dominadas para poder conseguir la mayor puntuación posible, las mujeres tienen que aguantar en suspensión el mayor tiempo posible para conseguir los mismos puntos.

Y por último, para el tercer ejercicio los parámetros son estos:

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En esta última prueba, que consiste en recorrer 1 kilómetro en el menor tiempo posible, se puntúa con un 5 a un hombre que corre entre 3’24 segundos y 3’19 segundos, mientras que a una mujer con un tiempo igual o inferior a 3’24 segundos se le puntúa con 10 puntos.

La primera pregunta que me viene a la cabeza es: ¿por qué estas diferencias?, ¿acaso hombres y mujeres se van a enfrentar a situaciones diferentes cuando formen parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado?.

La respuesta es no, van a tener que enfrentarse a las mismas situaciones y en las mismas condiciones, es por ello que es una tremenda irresponsabilidad facilitar las pruebas de acceso a una parte de los participantes con la excusa de la «discriminación positiva», porque con ello lo único que se consigue es que justamente esa parte esté más expuesta a la hora de llevar a cabo su actividad diaria.

Si una persona está menos preparada que otra lo lógico es que no vaya a responder de la misma manera ante las mismas situaciones, ni con la misma eficiencia. Porque, ¿un criminal va a actuar distinto dependiendo de quién vaya a intentar detenerlo?, y en el caso de los bomberos, ¿un incendio va a ser más benevolente con un determinado sexo que con otro?

Esto último es algo que desgraciadamente ya ocurre también con las pruebas para ser bombero, y en las que el sexo femenino está siendo actualmente privilegiado.

Parece ridículo tener que plantearse estas preguntas cuando la respuesta es muy evidente: no.

Lo que debería ocurrir es que en un determinado trabajo que pretenda dar un servicio de la mayor calidad posible estén los o las mejores, sin importar que pueda ser la plantilla el 100% de hombres o el 100% de mujeres, el 50-50% de hombres y mujeres o el 10-90% de cualquier sexo.

Estas medidas anti-liberales que se esconden bajo el velo de la «discriminación positiva» podrían tener uno de sus picos en algo que supuestamente ocurrió en Harvard:

 

Debemos dejar de buscar la utópica y liberticida idea de la igualdad de resultados y preocuparnos más por la igualdad de oportunidades.


4 respuestas a “Discriminación positiva: Un ataque frontal contra la libertad.”

  1. A través de tu artículo, me parece que la idealización está en que las pruebas de acceso sean eficientes. ¿Acaso a un policia de 55 años, regordete, al que le duele la rodilla, hay que echarle del cuerpo? Si las pruebas de acceso fuesen una medida real de la eficacia de un profesional, habría que hacerlas todos los años. Las pruebas sólo son la mejor manera que se ha encontrado hasta la fecha para evitar corrupción – amiguismo e intentar buscar los mejores profesionales. Pero distan mucho de ser ideales, de encontrar a los mejores profesionales. Y sí, la policia tiene muchos más aspectos que correr detrás de un delicuente. Es más, pienso que apenas lo hacen. Por lo tanto, quizás lo que haya que plantearse son las pruebas en sí, y no la manera en que se regulan o se equilibran para ser justas. Desde mi punto de vista la discriminación positiva es un arma muy delicada. Pero la falta de discriminación positiva, no asegura una situación neutra. Para mi no existen las situaciones neutras, y por lo tanto estamos obligados siempre a intentar equilibrar. Lo ideal no existe, ni después de la discriminación positiva, ¡Ni Antes!

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    • Estoy de acuerdo contigo en que ese prototipo de policía no está preparado físicamente para poder actuar en esos casos y por tanto debería realizar otra actividad, lo mismo con cualquier otra persona del cuerpo. A lo que me refiero es a que a lo que se tienen que enfrentar los que sí están preparados es a situaciones extremas, y ahí ni un policía con sobrepeso ni una mujer sin las cualidades necesarias va a poder rendir al máximo.

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    • Y por cierto, la discriminación positiva es un ataque a los derechos individuales de las personas desde el mismo momento en que de primeras establece una desventaja para personas que no han hecho nada para recibir tal cosa. Todos somos iguales ante la ley, que existan más o menos prejuicios por según que personas no es una razón para que los ingenieros sociales nos masacren con sus medidas anti-liberales.

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  2. Hola, No he conseguido expresar mi punto de vista. Que todos seamos iguales ante la ley, no quiere decir que lo seamos ante la cultura, ante la sociedad. La idealización reside en pensar que todos tenemos las mismas oportunidades porque la ley sea la misma. Yo por ser de raza blanca he tenido muchos privilegios en mi vida de los que no soy ni siquiera consciente. Y me parece bien, que se intente igualar a través de las leyes, la falta de oportunidades que han tenido las demás razas. Yo «no he hecho nada», pero he tenido muchos privilegios que otros no tienen. Nunca llegaremos a un equilibrio perfecto. Pero la situación actual tampoco lo es. Y ahí es dónde me parece que radica la diferencia de nuestros puntos de vista. En la idealización de la situación actual.

    Por supuesto, hay que intentar erradicar esas diferencias desde la raíz, desde la cultura. Pero mientrás se llega ahí, las leyes tienen que intentar equilibrar la situación. Creo que se puede criticar una medida concreta de discriminación positiva. Pero criticar la idea en sí, supone dar por hecho que vivimos en sociedades justas. Y para eso habría que preguntar a las minorías si se sienten así.

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