¿Cómo se decide la forma en que se financian los bienes públicos? A través de impuestos Lindahl o Precios Lindahl.
Este sistema, creado por el economista sueco Erik Lindahl, determina que cada beneficiario del bien público tendrá que pagar una determinada cantidad de impuestos en función de la utilidad marginal que derive de ese bien público.
Por ejemplo, si María se beneficia más de la utilización de un servicio público que Pedro tendrá que pagar una mayor cantidad de impuesto para sufragar el gasto de ese bien público. De esta forma se estaría financiando este bien público a través de aquellas personas que están haciendo uso de ese bien.
Es una especie de «peaje» en el cual cada ciudadano paga en función de su beneficio marginal.
El problema principal de este impuesto es el de cómo conocer cuál es el beneficio marginal de cada ciudadano. ¿Puede un Estado conocer el beneficio marginal que le aporta el uso de un bien público a los millones de ciudadanos a los cuáles suministra ese bien? Realmente es muy complicado que así sea, ya que además de la imposibilidad de conseguir esa información no todos los ciudadanos expresarán con sinceridad cuál es la utilidad que les aportan realmente.
Un ciudadano con tal de ahorrarse pagar impuestos podrá declarar que el uso de ese bien público le aporta muchísima menos utilidad marginal de la que realmente le aporta, y por error podría suceder al contrario y que una persona que está pagando una gran cantidad de impuestos apenas utilice ese bien público.
Se podría decir que la idea con la que fue concebido este impuesto fue buena, pero no obstante es prácticamente imposible saber cuál es el beneficio que le aporta ese bien público a cada ciudadano.
Este impuesto, a pesar de no ser la mejor solución evita que haya «gorrones» que rapiñen de un bien público (asfaltado, alumbrado, alcantarillado, etc) a costa de los que sí lo pagan.