El «mobbing» lo podemos definir de acuerdo a lo que ya conocemos sobre maltrato, abuso o acoso, ya que son la otra cara de la misma moneda, lo único que cambia en este caso, es que el contexto, es el sistema laboral.
Hay que tener en cuenta que para que se produzca un abuso tiene que existir un juego de roles, donde hay una persona que es abusada y uno/a o vario/as agresores. Es muy importante también definir qué es acoso porque a veces puede ser muy sutil. Un punto clave para identificarlo es tener en cuenta la duración e intensidad así como la intencionalidad de producir el maltrato.
En cuento a la prevalencia ,el mobbing se produce más hacia mujeres que hombres, cifras que se relaciona con lo que se denuncia sobre las desigualdades que existen en el ámbito laboral, como son los despidos por maternidad, diferencias salariales, techo de cristal y fotografías en currículums; que no dejan de alejarse de lo que consideramos abuso.
En cuanto al juego de roles arriba mencionado vemos por una parte al agresor que normalmente posee una posición de privilegio dentro de una jerarquía, tiene una personalidad autoritaria, rígida, altiva y le gusta ejercer poder. Por otra parte, el que recibe el abuso normalmente es una persona sumisa, con baja autoestima, falta de confianza y en otras posiciones más bajas en la jerarquía.
El acoso laboral continuado produce consecuencias, sobre todo psicológicas, como son la sensación de culpabilidad y una gran ambivalencia emocional. La ambivalencia resulta interesante resaltarla ya que es un comportamiento que utiliza el maltratador para tener control, por lo tanto consigue a través de comportamientos aleatorios de amabilidad y desprecio generar miedo y confusión. En general las funciones del agresor son, entre otras, aislar, manipular, insultar y desprestigiar. La persona agredida, en la parte más avanzada del abuso, puede generar lo que se conoce como indefensión aprendida , fenómeno que en psicología se conoce como la sensación de incapacidad para realizar cualquier actividad.
Una vez definido, argumentado y viendo las causas y consecuencias del abuso laboral se debe elaborar un plan de acción para salir del abuso. Lo primero es expresar abiertamente qué comportamientos te están molestando, ya que como he dicho anteriormente el agresor busca esa complementariedad, esto es, una persona sumisa ante su comportamiento hostil. Una vez expresado el desagrado se aconseja cambiar el foco de atención a cosas positivas de tu mundo interior y exterior fuera del entorno laboral. Es muy importante, en cuanto al foco, no sentir culpabilidad ni responsabilidad por lo sucedido ya que nada de lo que has experimentado lo has generado tú.
Existen procedimientos jurídico y legales que te protegen ante estos abuso donde recomiendo llevar un registro de cada uno de los comentarios y comportamientos que se recibe en modo diario, ya que además ayuda a aclarar cómo es el foco de acción de estas personas.
En cuanto a la decisión de renunciar o no a tu trabajo, primero valora tus recursos y opciones. Por una parte tanto si crees que lo mejor es cerrar esa etapa, ya que la carga emocional es mayor que permanecer en ese ambiente. Es bien extendida la idea que a veces las rupturas, al igual que otras que atravesamos, son la mejor solución. O en contraparte si dejar el trabajo no es la mejor solución, plántale cara y empieza a trabajarte a ti mismo. También pide ayuda profesional si así lo crees necesario. Cambia tu visión, tu actitud así como se más consciente y asertivo.
Finalmente practica tus aficiones, ejercicio físico y expresa tus emociones para así poder gestionarlas, ya que muchas veces se confude la ira que es una emoción que se puede originar ante una agresión u abuso y al no ser expresada se llega a confundir con otras emociones, como puede ser la tristeza, por lo tanto suelta tus emociones y libérate del abuso y denuncia el abuso tanto si lo recibes como no.