España: ¿Cómo solucionar el reto de la «España vaciada»?


Durante los últimos 5 años se ha incrementado considerablemente el número de gente que decide trasladarse de los pequeños pueblos o las zonas rurales a las grandes ciudades como Madrid o Barcelona, esto ha provocado que las zonas pueblerinas vayan quedándose sin gente y que los que están sean ya personas de la tercera edad. Todo esto hace que, en el presente y en el futuro, estos pueblos tengan un menor número de habitantes (sobretodo adultos que puedan tener hijos, y obviamente niños) y que se pueda dar el caso de que algunos pueblos queden abandonados.

Si esto está ocurriendo y probablemente siga ocurriendo en el futuro, habría que preguntarse el porqué está ocurriendo, cuáles son las causas que hacen que la gente joven y también la gente más adulta decida abandonar sus pueblos en busca de una vida en la gran ciudad.

Las posibles razones pueden ser variadas, las personas pueden ir a Madrid o Barcelona (y otras grandes ciudades) en busca de un mayor número de oportunidades en cuanto al mercado laboral, ya que en los pequeños pueblos es más complicado encontrar trabajo cualificado del que sí se puede encontrar en las ciudades, también la oferta de empleo es muchísimo más elevada en las ciudades que en los pueblos. En las ciudades también existe una amplia variedad de ocio muchísimo mayor que la existente en los pueblos y el nivel de vida puede ser más elevado en las ciudades que en los pueblos.

También hay que tener en cuenta que las sociedades en las ciudades, en líneas generales, suelen ser de una mentalidad más abierta y menos reaccionaria que en los pueblos, donde aún arraiga (aunque cada vez menos) algunas costumbres pasadas que hoy en día ya están desfasadas, afortunadamente.

Estas son algunas de las posibles razones que se pueden dar al hecho de que la gente prefiera ir a vivir a las grandes ciudades dejando a un lado los pueblos, ahora bien, ¿qué ocurre si los pueblos se quedan vacíos?

Si los pueblos progresivamente van quedando más deshabitados lo que irá ocurriendo es que un mayor número de servicios se dejen de dar en estos pueblos, al no haber el suficiente número de personas al que poder dar estos servicios, también las empresas que estén ubicadas en estos pueblos tenderán a marcharse por estas mismas razones. Si no hay apenas gente a la que dar y ofrecer servicios, ¿para qué quedarse allí asumiendo un coste innecesario y caro?

¿Qué hacer ante esta situación?

Si de verdad consideramos esto un problema y por tanto queremos ponerle solución, lo que hay que hacer es ver cómo se puede conseguir que todas estas personas que hoy en día están abandonando los pueblos tengan el interés de quedarse, y a su vez conseguir que un mayor número de gente de las ciudades pueda tener el mismo interés en trasladarse a estos pueblos.

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La solución no creo que pase por dar ningún tipo de ayuda pública a los pueblos ni a los ciudadanos que residan en él, porque esto lejos de solucionar el problema lo que hará será aumentarlo en el medio-largo plazo, además de que no tiene sentido que una parte de la población (incluso los que se marchan de los pueblos) tengan que pagar el sostenimiento de un lugar en el que nadie quiere vivir.

Tampoco pasa, obviamente, por impedir a la gente que se marche de los pueblos y quiera emprender su proyecto de vida en las grandes ciudades.

¿Cuáles son las posibles alternativas?

La mejor forma de conseguir que un mayor número de gente quiera ir a los pueblos y también que los que ya viven en él puedan quedarse y desarrollar allí sus planes de vida, es hacer atractiva fiscalmente aquella zona.

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¿Cómo se hace atractiva fiscalmente una región?

Mediante bajadas de impuestos, no ya sólo a las personas que viven en estos lugares, sino también a las empresas para que de esta forma tengan incentivos a querer instalarse en estos lugares. Facilitarles la vida a las empresas tanto en su creación como en su desarrollo, atraer la inversión que actualmente está instalada en otras ciudades, inversión extranjera, reducir regulaciones innecesarias, y en definitiva hacer que existan incentivos a que estas zonas puedan crecer y puedan ser atractivas para los ciudadanos.

La competencia fiscal entre regiones no es mala por la sencilla razón de que esto redundará en un mayor beneficio para el que tiene que redundar: el ciudadano.

No se trata de que las arcas públicas estén a rebosar de dinero de los contribuyentes, sino de que el bolsillo de los contribuyentes esté lleno de su propio dinero.

Si de verdad queremos encontrar soluciones al reto de la «España vaciada» la solución no pasa por una inyección de dinero público a estas zonas y convertirla en la «España subsidiada», pasa por una mayor competencia fiscal entre regiones que despierten el interés que ahora tienen Madrid y Barcelona.


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