La vivienda es de esos bienes que los ciudadanos tendemos a valorar por encima de otros y al que le solemos dar especial importancia, como es lógico, uno no puede desarrollar su proyecto de vida sin disponer de algo tan esencial como un hogar, es por ello que (al ser tan importante) sea uno de los objetos más politizados de todos. En este artículo, nos haremos eco de un reciente informe de Eurostat para ver como se ha comportado la vivienda en este 2019.
El artículo se dividirá casi de la misma forma que el informe:
1) ¿Cómo vivimos?
2) Gastos de la vivienda.
¿Cómo vivimos?
Siempre se ha dicho que España es un país de propietarios de vivienda, ya sea porque ese propietario tiene completamente la casa pagada ( o el apartamento pagado) o porque se ha hipotecado y está pagando dicha hipoteca, en cualquier caso es el propietario de la vivienda.
Pues bien, esta cifra de propietarios a pesar de seguir siendo alta en España, es una cifra que ha disminuido a raíz del pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2008, de acuerdo a un reciente informe del pasado mes de Diciembre, el 76’2% de la población vive en una casa en propiedad, por un 23’8% de la población que vive de alquiler.

Esta cifra de propietarios de vivienda, a pesar de ser alta, es menor que en años anteriores.
España ha pasado de tener una cifra del 80’6% de vivienda en propiedad en el año 2007 al 76’2% en 2019, una disminución de más del 5% en 12 años. En este mismo periodo, el número de viviendas en alquiler ha pasado del 19’4% en 2007 al 23’8% en 2019.
Esta disminución del número de propietarios es una tendencia que se ve observa en la media de los países de la Unión Europea, desde un 70’7% en 2010 a un 69’8% en 2019, bien es cierto que la disminución en España ha sido más acelerada.
A pesar de que esta tendencia a la baja se ha producido de forma generalizada en la Unión Europea, hay países como la República Checa que han visto como el número de propietarios ha pasado desde el 74’5% en 2007 al 78’6% en 2019. Francia ha pasado del 60’5% al 64’1% en 2019, o el caso más espectacular que es el de Polonia en el que han pasado del 62’5% de la población habitando viviendas en propiedad al 84’2% en 2019.
Por otro lado, podemos observar como la mayoría de gente en España reside en viviendas de tipo «apartamento» en contraste con viviendas unifamiliares (aquellas en las que la familia ocupa el piso en su totalidad):

En total, el 64’6% de la población española vive en pisos mientras que el 35’3% vive en viviendas unifamiliares, el motivo por el que la cifra no da el 100% es porque no se incluyen autocaravanas, casas flotantes, etc.
Si desagregamos estos datos, vemos como la distribución varía (lógicamente) en función del tipo de zona ( ciudades, ciudades y suburbios o zonas rurales).
Así se produce esta distribución por ciudades:

Como era de esperar, es en ciudades donde mayor es el número de población que vive en pisos, con un 84’8% de la población que vive en ciudades, mientras que la población en ciudades que vive en casas es del 15’2%.
Naturalmente, al irnos al extrarradio de estas ciudades vemos como la proporción empieza a ser distinta, mientras que el 41’3% de la población que vive en este tipo de zonas habita una casa, el 58’7% reside en un piso.

Ya por último, es en las zonas rurales donde la balanza se decanta en favor de las viviendas unifamiliares, con un 68’1% de la población rural viviendo en casas por un 31’9%.

Si hay algo que podemos sacar en claro, es que mientras en la media de la Unión Europea el 53’3% de la población vive en casas, en España lo es sólo el 35’3% de la población, casi un 20% menos. El caso de Irlanda es muy llamativo, donde el 91’7% de la población vive en viviendas de tipo unifamiliar.
Gastos en vivienda.
En este sentido, el organismo nos informa de que los precios de la vivienda entre los años 2010 y 2019 bajaron en España.
Por otro lado, un dato muy interesante que nos ofrece Eurostat es el que pone de relieve el coste que supone la vivienda para los ciudadanos de cada país, calculando el % de renta disponible que consume la vivienda, ya sea a través del pago de una hipoteca o con el pago del alquiler.

En España, la vivienda supuso un coste del 17’1% de la renta disponible.
Uno podría alegar que este gráfico sólo tiene en cuenta el salario medio, con lo que el coste de la vivienda podría llegar a ser mucho más mayor para aquellos ciudadanos con unos salarios más bajos.
Sin embargo, también nos ofrecen el dato de cuánto supone para una renta disponible de menos del 60% del salario mediano del país, para hacernos una idea, el salario mediano en España en el año 2018 fue de en torno a 20.000 euros, con lo que el salario del que estaríamos hablando rondaría los 12.000 euros o menos. Estamos hablando de trabajadores que podrían calificarse como pobres, de acuerdo a los estándares.
Así pues, el coste para este tipo de trabajadores con este tipo de ingresos sería del 36’2% de su renta disponible.

Para una renta superior al 60% del salario mediano (+12.000 euros al año), supondría un 12.2% de la renta dedicada a la vivienda.

El porcentaje de hogares españoles que tuvo problemas a la hora de pagar facturas de hipoteca, alquiler o servicios públicos fue del 8’1%, es decir, el 8’1% de los hogares tuvo retrasos a la hora de pagar estas facturas.

La tasa de sobrecarga del costo de la vivienda, es decir, la proporción de hogares que destinan más del 40% de la renta disponible para gastos relacionados con la vivienda, fue en España del 10’4% en las ciudades por un 4’6% en las zonas rurales.

Por concluir, a pesar de que España tiene un problema con la vivienda, que de forma más llamativa se suele identificar con el alquiler, vemos que a pesar de no ser cifras muy positivas, no son tan malas como desde determinados organizaciones se suele decir de forma constante. Si puede llegar a ser preocupante que cada vez haya menos propietarios de vivienda y cada vez haya más inquilinos, para ello es necesario una verdadera liberalización del suelo para construir viviendas.
Si queremos consumo en masa necesitamos producción en masa, y desde luego producción (casas) donde la gente quiera vivir, no en lugares donde la gente no quiera ir a vivir.
