Desindustrialización: No, España no se desindustrializó para entrar en la Unión Europea.


Un mito muy extendido entre buena parte de la política española, es el de que para que España pudiera entrar en la Unión Europea tenía que renunciar a su industria (o a buena parte de ella) en favor de Alemania o Francia. Este es un discurso que cala fundamentalmente entre la izquierda y derecha más radicales de los principales partidos del país como son Podemos y Vox, aunque también tiene una fuerte acogida entre socialistas (y comunistas) y falangistas.

En este artículo vamos a examinar varios trabajos académicos a este respecto, es decir, sobre si España se ha desindustrializado en favor de los grandes países europeos o si es algo que tiene otras explicaciones, como puede ser una dinámica común entre economías desarrolladas.

Si acudimos a un informe de «Funcas» denominado «La desindustrialización de España en el contexto europeo« de los economistas José Carlos Fariñas, Ana Martín Marcos, Francisco J. Velázquez, podemos observar la evolución de la industria manufacturera en los países de la Unión Europea y en otros grandes países.

Así ha evolucionado la participación de la industria en el empleo.

Como vemos, el porcentaje de trabajadores en la industria sobre el empleo total estaba en torno al 21% a principios de los años 80 en España, mientras que en el año 2013 se situaba en torno al 12%. En el caso de Francia se pasa del 25% en 1970 al 11% aproximadamente, mientras que Alemania pasó del 35% en el año 1970 al 18% aproximadamente en el año 2013, prácticamente igualada con Italia.

Y esto no es algo exclusivo de la Unión Europea, exactamente el mismo proceso se ha producido en Estados Unidos.

Vemos como en Estados Unidos la población empleada en la industria representaba a casi el 35% de la fuerza laboral en los años 50, a representar al 15% en el año 2015.

Una tendencia que se observa en distintos trabajos y artículos (aquí, aquí o aquí) es que conforme una economía se va desarrollando, cada vez va dedicando más empleo y recursos al sector terciario, mientras que la participación de la industria o de la agricultura va disminuyendo de forma progresiva. En el siguiente gráfico podemos ver la evolución del empleo en los distintos sectores de las grandes economías mundiales desde 1800 hasta el año 2000, donde la agricultura y la industria pierden peso en favor del sector servicios.

La tendencia es más que evidente, el sector terciario crece a medida que las economías se van haciendo más ricas, mientras que el peso de la industria y de la agricultura va disminuyendo. Esto no es algo que suceda de forma automática, es decir, necesariamente no tiene que ocurrir que una economía desarrollada dedique mucha menos cantidad de recursos y de fuerza laboral a la industria o a la agricultura, pero es una tendencia que se observa en la inmensa mayoría de países que se han desarrollado y que actualmente forman parte de las economías más ricas del planeta.

También podemos comprobar como se produce el fenómeno de la «U Invertida» entre el PIB per cápita y el peso del empleo industrial. A una menor participación del sector industrial en la economía, una mayor renta per cápita.

A nivel mundial se observa esta U invertida, mientras que si nos centramos en Europa o Norteamérica vemos como la U invertida está más marcada.

Mundo:

Europa:

Norteamérica:

Como ya hemos mencionado, conforme una economía se va haciendo cada vez más próspera, tambien la productividad en sus actividades laborales tiende a aumentar, y es algo que ha sucedido con la industria.

Si nos fijamos en la imagen de arriba a la izquierda, vemos que al tiempo que va disminuyendo el empleo en el sector industrial, la productividad va aumentando, existe una correlación negativa, los sectores donde más ha crecido la productividad son los sectores donde más se ha reducido la cuota relativa de empleo total. Por otro lado, en la imagen de la derecha, vemos como existe una correlación positiva entre el cambio en la participación de cada sector en la demanda final y la variación de su cuota en el empleo total, aquellos sectores en los que hay una mayor participación en el consumo son aquellos sectores donde más ha aumentado el empleo.

Tal y como explican los autores, estas dos correlaciones se complementan y ayudan a explicar el cambio estructural de las distintas economías europeas y de la OCDE, ya que un crecimiento más rápido de la productividad de la industria con respecto a otros sectores y al mismo tiempo que no ha habido un aumento de la demanda de estas manufacturas, hace que el empleo en estas actividades disminuya.

Si aumenta la productividad en un sector al mismo tiempo que no aumenta la demanda del mismo, y por tanto, hay más oferta que demanda, lo más probable es que se reduzca el empleo en ese sector para tratar de adecuar la oferta a la demanda, y así aprovechar de la mejor forma posible los recursos disponibles. Si, por ejemplo, los empleados de una fábrica de coches pasan de producir 5 coches a la hora a producir 15 (aumenta la productividad), al mismo tiempo que no se produce un incremento de la demanda de estos bienes, lo que ocurrirá es que el empleo en esta fábrica disminuirá, puesto que esta empresa no podrá colocar sus bienes en el mercado. Pues bien, esto es lo que ha ocurrido con la industria a nivel europeo y mundial.

Ya hemos visto que, en la inmensa mayoría de economías desarrolladas, la industria pasa a tener un papel menor con el paso de los años, sin embargo, ¿a qué se puede deber?

Los economistas que hemos citado al comienzo del artículo nos muestran tres posibles explicaciones, que no son excluyentes entre sí.

En primer lugar, en el caso de las manufacturas españolas, la desindustrialización está relacionada en parte con un proceso de cambio estructural vinculado con el hecho de que la productividad relativa del sector crece, dando lugar, en el largo plazo, a unos menores precios relativos. Este comportamiento se combina con una demanda relativa menor de bienes respecto a los servicios, haciendo que el sector pierda peso relativo a medida que crece el PIB per cápita.

En segundo lugar, la sustitución de producción interior por importaciones, tanto en la vertiente de los productos terminados como en la de los consumos intermedios que son abastecidos a través del offshoring, es también un factor relacionado con la reducción del tamaño relativo del sector manufacturero.

En tercer lugar, la terciarización creciente de la industria, bien a través de mecanismos de externalización de servicios clásicos que adelgazan la industria, bien a través de empresas que pasan la frontera de la actividad industrial para dedicarse a los servicios como actividad principal, es otro factor que también reduce el tamaño relativo de las manufacturas.

Como ya hemos podido comprobar a lo largo del artículo, que España se haya desindustrializado no se explica porque para poder entrar en la Unión Europea se nos exigiera abandonar la industria en favor de países como Francia, Alemania o Países Bajos, sino que se debe a un proceso natural de cualquier economía desarrollada en la que cada vez una mayor fuerza laboral se dedica al sector terciario, es decir, la economía se terciariza. La pérdida de peso de la industria en la economía española (y europea) se comenzó a dar desde los años 70, no desde la entrada de España a la Unión Europea.

En definitiva, si la industria en España ha perdido importancia no se debe a la entrada en la Unión Europea, sino a una evolución que se ha producido en casi todas las economías desarrolladas del planeta en las que el sector terciario cada vez tiene una presencia mayor en la economía.

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