Por qué los minarquistas no son libertarios.


Existen muchas corrientes ideológicas que defienden una mayor participación del Estado, otras que abogan por una menor participación del Estado, y finalmente las que apuestan por una completa eliminación de la coacción estatal. La línea que separa las dos primeras puede llegar a ser bastante difusa, ¿en qué punto exacto se mide?, ¿bajo qué criterios?, no es sencillo. Lo que si es perfectamente visible y trazable es la separación entre las dos primeras y la última, es decir, entre la existencia del Estado y la no existencia de este.

Dentro de los últimos se ubican los anarquistas, es decir, aquellos individuos que abogan por una desaparición del Estado y partidarios de la organización libre y voluntaria entre las personas, sin coacción de por medio. A los anarquistas también se les suele denominar con otra palabra que no deja de ser un sinónimo, y esa palabra es «libertarios». No obstante, esta palabra se ha utilizado tan erróneamente que hasta los estatistas se han llegado a identificar (y lo siguen haciendo) como libertarios, nos referimos a los minarquistas.

Si acudimos al origen del término «libertario» podemos ver que los minarquistas no podrían ser calificados como tal.

Para empezar, la primera vez que se utilizó la expresión «libertario» fue de la mano del escritor y anarquista Joseph Déjacque en referencia a Pierre-Joseph Proudhon (también anarquista), en una carta que Déjacque le escribió a su paisano en 1857 criticando las posiciones anti-feministas de este, titulada «De l’être-humain mâle et femelle«, decía lo siguiente:

Ecrivain fouetteur de femmes, serf de l’homme absolu, Proudhon-Haynau qui avez pour knout la parole, comme le bourreau croate, vous semblez jouir de toutes les lubricités de la convoitise à déshabiller vos belles victimes sur le papier du supplice et à les flageller de vos invectives. Anarchiste juste-milieu, libéral et non LIBERTAIRE, vous voulez le libre échange pour le coton et la chandelle, et vous préconisez des systèmes protecteurs de l’homme contre la femme, dans la circulation des passions humaines ; vous criez contre les hauts barons du capital, et vous voulez réédifier la haute baronie du mâle sur la vassale femelle ; logicien à bésicles, vous voyez l’homme par la lunette qui grossit les objets, et la femme par le verre qui les diminue ; penseur affligé de myopie, vous ne savez distinguer que ce qui vous éborgne dans le présent ou dans le passé, et vous ne pouvez rien découvrir de ce qui est à hauteur et à distance, ce qui perspective de l’avenir : vous êtes un infirme !

«Escritor fustigador de las mujeres, siervo del hombre absoluto, Proudhon-Heynau, que tiene por látigo la palabra, como el verdugo croata, y parece disfrutar de todas las lubricidades de la codicia al desvestir a sus bellas víctimas sobre el papel del suplicio y flagelarlas con sus invectivas. Anarquista a medias, liberal y no libertario, exige usted el libre cambio para el algodón y otras naderías y preconiza sistemas de protección del hombre contra la mujer en la circulación de las pasiones humanas; clama contra las altos barones del capital y quiere reedificar la alta baronía del hombre sobre el vasallo mujer; filósofo con anteojos, ve al hombre por el cristal de aumento y a la mujer por el reductor; pensador afectado de miopía, no sabe distinguir más que lo que deja tuerto en el presente o en el pasado, y no puede descubrir nada de lo que está arriba o a distancia, la persepctiva del devenir: ¡es usted un inválido!»

Si nos fijamos, dice Déjacque: Anarquista a medias, liberal y no LIBERTARIO. Pero no queda ahí la cosa:

«Soyez donc franchement, entièrement anarchiste, et non pas quart d’anarchiste, huitième d’anarchiste, seizième d’anarchiste, comme on est quart, huitième, seizième d’agent de change.»

“Sed pues abierta y enteramente anarquistas, y no un cuarto, un octavo o un dieciseisavo de anarquista, del mismo modo que se es un cuarto, un octavo o un dieciseisavo de agente de cambio«.

Proudhon era un conocido anti-feminista que negaba los derechos de la mujer, no creía que hombres y mujeres tuvieran los mismos derechos, por lo que se mostraba contrario a la emancipación de la mujer. En su libro «La Pornocracia o la mujer en nuestros tiempos», llegó a decir que las mujeres no odiaban ser un poco maltratadas, o incluso violadas. Que la elección de las mujeres debería ser la de cortesana o ama de llaves, llamaba impuras a las mujeres emancipadas, etc.

Por tanto, Déjacque criticaba a Proudhon que no defendiera el hecho de que tanto las mujeres como los hombres tienen los mismos derechos, y calificaba a Proudhon de anarquista a medias de no recfiticar en sus ideas.

Fijémonos que ni siquiera es necesario conocer el origen de la palabra «libertario» para darnos cuenta de que los minarquistas no son libertarios, basta con ver hasta donde llegan en su defensa del NAP o Pacto de No Agresión.

¿Qué es el NAP?

En palabras de Murray Rothbard: “El principio de no agresión establece que nadie puede amenazar o cometer violencia (agresión) contra la persona o la propiedad de otro, la violencia sólo puede emplearse contra el hombre que comete tal violencia, es decir, sólo defensivamente contra la violencia agresiva de otro. No puede ser empleada contra un no agresor: he aquí la regla fundamental a partir de la cual se puede deducir todo el corpus de la teoría libertaria “.

“La guerra, la paz y el Estado”

No son pocas las veces en las que Rothbard establece al NAP como el axioma fundamental del libertarismo, así decía en el «Manifiesto Libertario«:

O, con otras palabras, en «La ética de la libertad«:

Por tanto, vemos que si un individuo está iniciando agresión contra otro sin haber ningún tipo de violencia previa, es decir, sin estar produciéndose una defensa legítima tras un ataque a su propiedad, el individuo atacante estaría violando el Pacto de No Agresión, y cabría calificarlo como no libertario.

Si un minarquista defiende la existencia de un estado mínimo, por muy pequeño que sea, está legitimando la iniciación de la violencia sobre un grupo de personas, con lo que se está produciendo una violación flagrante de los derechos de propiedad de estos individuos. Si iniciar agresión va contra el NAP (principio fundamental del libertarismo), y los minarquistas están a favor de la iniciación de la violencia por parte del Estado, se puede deducir con exactitud que un minarquista no es un libertario.

Aquí los minarquistas pueden hacer mil y un malabares para justificar la violencia del Estado, o incluso para justificar que puede existir algo llamado «Estado-Voluntario» (una contradicción en los términos, puesto que si es voluntario ya no es un Estado), lo cual no es distinto a la justificación de los liberales de la violencia sobre el resto de ciudadanos para justificar unos servicios que ellos consideran necesarios.

La importancia de respetar el significado del término libertario es clave, puesto que si cualquier cosa que se le acerce puede ser calificada como tal, al final el término perderá todo su significado. Aunque, si nos damos cuenta, que los estatistas se auto-incluyan entre los libertarios es algo que sólo ocurre en el libertarismo de derechas, esto no sucede en el libertarismo de izquierdas.

Tanto los liberales clásicos como los minarquistas defienden la violencia estatal con dos diferencias: unos (liberales clásicos) defienden una mayor presión sobre los individuos que otros (minarquistas), y por otro lado, los liberales clásicos no tratan de hacer ver que sí son libertarios cuando en realidad no lo son.


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