Hace unos meses ya tuvimos ocasión de hablar aquí sobre los costes del proteccionismo económico en regiones como Estados Unidos, Europa y China, donde mencionamos distintos trabajos en los que se estimaba el coste que los aranceles y regulaciones especiales sobre distintas industrias habían tenido sobre los consumidores de las distintas zonas.
En esta ocasión vamos a traer más evidencia que demuestra el alto costo que suponen las medidas proteccionistas tanto para la economía como para los ciudadanos que tienen que soportar los costes de dichas medidas.
De acuerdo con un informe del PIIE ( Peterson Institute for International Economics) elaborado por los economistas Gary Clyde Hufbauer y Sean Lowry que se titula «US Tire Tariffs: Saving Few Jobs at High Cost», podemos ver cual fue el coste de las políticas arancelarias sobre los neumáticos en Estados Unidos.
El paper nos traslada hasta septiembre de 2009 durante el mandato de Barack Obama en EEUU, cuando el presidente decidió imponer unos aranceles extraordinarios a la importación de neumáticos procedentes de China, esta medida se extendería durante tres años (hasta 2011) y supondría un arancel adicional al ya existente del 4% sobre los neumáticos chinos que sería del 35% el primer año (hasta final de 2009), del 30% el segundo año y del 25% el tercer año. Este arancel suplementario recibe el nombre de «ad-valorem», es decir, se calcula como un porcentaje sobre el valor del bien, si ese bien tiene un valor de 100 euros y el arancel es del 30%, supondría un tributo de 30 euros sobre ese bien. De esta forma se distribuiría la subida arancelaria:

Como vemos, el impuesto general del 4% se añadiría a los impuestos del 35%, 30% y 25% de los tres años en los que estaría vigente dicha medida.
¿Cómo afectó esta subida extraordinaria de aranceles a la economía y a los ciudadanos norteamericanos?
Los dos puntos claves son los siguientes:
- En primer lugar, salvó muy poco empleo en la industria del neumático a costa de un elevado precio a pagar por cada empleo salvado.
- Y en segundo lugar, el haber subvencionado masivamente el reducido empleo en dicha industria provocó la pérdida de empleo en otros sectores.
¿Cuánto empleo salvó y cuando costó salvar dicho empleo? Aquí lo vemos:

En total, el coste para los consumidores durante estos tres años fue de 1.111 millones de dólares, mientras que se salvaron 1.200 empleos durante esos tres años. Así pues, el coste de haber salvado este empleo durante este tiempo fue de 926.500 dólares por empleo, más de 300.000 dólares al año.
Hay que tener en cuenta que el salario medio anual de los trabajadores dedicados a dicha actividad fue de aproximadamente 40.000 dólares en el año 2011, con lo que salvar dichos empleos costó hasta 7’7 veces más al año del salario que percibieron dichos trabajadores. O lo que es lo mismo, habría sido menos perjudicial para la economía y los bolsillos de los consumidores que se les hubiera abonado ese salario durante esos tres años por no hacer nada y que no se hubiera producido dicha subida arancelaria.
Por otro lado, el gasto adicional que tuvieron que soportar los ciudadanos estadounidenses como consecuencia del encarecimiento de los neumáticos chinos y de las subidas arancelarias chinas como respuesta (subida del arancel del pollo procedente de EEUU, por ejemplo), supuso un menor gasto de los consumidores en otros bienes y servicios que alternativamente (sin subida arancelaria) se habría producido, este gasto rondó los 1.063 millones de dólares y costaron alrededor de 3.731 empleos en el resto de sectores.

De esta manera, en lugar de crear empleo lo que consiguió esta medida proteccionista fue incrementar el desempleo, pues se crearon 1.200 puestos de trabajo a costa de destruir 3.731 empleos.
Estas medidas impulsadas por la administración Obama tuvieron un fuerte empuje de los sindicatos del sector automovilístico estadounidense, cuyos trabajadores se beneficiaron de más de 144 millones de dólares en esos tres años a través de los salarios, y mientras los propietarios de las empresas beneficiadas se nutrieron del privilegio de poder vender a un mayor precio a sabiendas de que la competencia tenía unos mayores costes que soportar de forma artificial, y que aprovecharon vía precios finales.
Si acudimos a otro trabajo mucho más extenso donde participa también Gary Hufbauer junto con Diane T. Berliner y Kimberly Ann Elliot, que recibe el nombre de Trade Protection in the United States: 31 Case Studies , podemos encontrar evidencia de cuanto costó el proteccionismo al bolsillo del contribuyente estadounidense en la década de 1980, nos exponen 31 casos entre los que se incluyen sectores dentro de las manufacturas, los servicios y el sector primario.

Como vemos, en 18 de los 31 casos expuestos el coste por empleo salvado supera los 100.000 dólares anuales, mientras que en seis casos el coste superaba los 500.000 dólares al año en 1986, estos sectores hacían referencia a productos químicos bencenoides, acero al carbono, acero especial y pernos, tuercas y tornillos. El coste medio anual de todos estos casos suponía más de 235.000 dólares al año en 1986, cuyo equivalente actual sería de más de 500.000 dólares anuales.
Tal y como muestran los autores, el coste total que suponían estos aranceles para el bolsillo de los ciudadanos era de 64.823 millones de dólares en 1986, siendo los sectores más destacados el del textil y de la ropa con 27.000 millones de dólares de coste para el consumidor, y seguido del sector del petróleo (6.900 millones de dólares), del acero al carbono (6.800 millones de dólares) y del sector del automóvil (5.800 millones de dólares), entre otros. Más de un 70% de toda esta pérdida para el consumidor se tradujo en ganancia para los productores nacionales, ya que se beneficiarion con 46.957 millones de dólares de los 64.823 millones de dólares de pérdida para los consumidores.
En definitiva, tal y como nos muestra esta evidencia el coste de proteger a unas determinadas industrias o sectores es muchísimo más alto que los beneficios que traen consigo estas medidas, que las acaban soportando los consumidores y más intensamente aquellos ciudadanos de rentas más bajas. El proteccionismo no es más que poner palos en las ruedas de una economía y de un país que quiere prosperar y que quiere mejorar económicamente su situación, aunque siempre habrá quienes presionen a los gobiernos de turno para poder parasitar al resto de la sociedad productiva con subvenciones encubiertas como son los aranceles.
